viernes, 8 de abril de 2011

Un sueño, una moto...

Tenía 2 años y ya soñaba con tener una moto...

Este soy yo, en Tánger, en el vehículo familiar, un día de campo...

Mas tarde, cuando ya tenía 16 años, cerca de casa, en la calle Quevedo de Tánger, había un distribuidor de, no recuerdo que marca de coches, que en su vitrina tenía una moto grande cuyo ojo de cristal, redondo y brillante, me miraba pasar, todos los días, en mi ida y vuelta al I.P.E., Instituto Politécnico Español, en Tánger. Yo me paraba cada vez y la miraba, embobado como si fuera un pastel recubierto de miel que me hiciera la boca agua.

Yo me había dicho que esa moto había de ser mía. En cuanto cumpliera los 18 años, le pediría a mi padre, antiguo motero por necesidad, que me ayudara a comprarla...

Pasaron uno o quizá dos años y la moto estaba allí esperándome. Seguíamos mirándonos mutuamente, día tras día, yo con mi cartera en la mano y ella con su gran ojo de cristal. ¡Que bonita era! ¡Y que grande! Ese foco tenía que alumbrar toda la noche como lo hacía el faro del Cabo Spartel o del Cabo Malabata.
Así pasaron los meses y ya quedaban solo unas semanas para cumplir mis 18 años... El corazón me latía cuando pensaba en ella, porque mi Padre no me había dicho que nó.... aunque tampoco me había dicho que sí.

Una tarde, a la vuelta del Instituto, ya solo tendríamos que esperar tres días, me acerqué a la vitrina de exposición y...¡oh! desilusión, ¡ella no estaba! No podía ser, habíamos esperado tanto tiempo... No podía ser, ¿la habría comprado ya mi Padre?....Corrí a casa, pasando antes por el garaje, corriendo, corriendo, no quería perder la esperanza... ¡oh maravillosa credulidad de juventud!

Finalmente, tuve que convencerme, mi moto había desaparecido para no volver, pues nunca nos volvimos a cruzar las miradas, aunque, hoy en día, aún la veo, grabada en mi retina.

Llegué a pensar que mi Padre les había pedido, a los de la tienda, que quitaran esa moto de la vista y la escondieran, no se donde...
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Luego, por Navidad, tuve una moto azul, con motor de cuatro tiempos y 50 cc, marca Alpino, y tres velocidades en el puño, de la que algún día contaré su historia y mis desventuras iniciales con ella.

Mas tarde la cambiamos por una de dos tiempos, 50 cc y marca Flandria, con cuatro velocidades en el puño! Esta si "andaba"...



Cuando me fui a estudiar a la Península, cumplidos los 18 años, en una de mis ausencias, al volver a casa por vacaciones, mi hermano Julio, que era el guardián de mi Flandria, había ¡cambiado mi flamante Flandria por una batería!, si, ese instrumento musical con tantos platos y cajas... La verdad es que no me enfadé y nunca entendí por qué.
Quizá porque ya, de vez en cuando, me dejaban el coche....

Mas tarde, ya casado y trabajando, residiendo en Algorta, me compré una Sanglas 400E.








De esta también hablaré en otra ocasión. Al cabo de un tiempo realicé un cambio. A un compañero de trabajo que vivía en Madrid, Gustavo, le envié la Sanglas y él me envió su Montesa, una Cota 246 Trail de color rojo.



Nos hicimos el intercambio pues a él le venia mejor la Sanglas para andar por Madrid y yo prefería disfrutar de la moto por los alrededores de Algorta, monte a través y...¡como se suda haciendo motocross!.....

Luego vendrá la Yamaha Majesty 250 cc que pasó a manos de Almudena, la BMW R1100RT y para terminar, volveremos a acercarnos a los orígenes, y vendrá el Vespino! modelo ALX, con sus 49,7 cc.....



A esta ya se que no llegaré:


Martes 12 de abril de 2011


En la primera foto que he puesto aquí, aparece un niño de unos dos años, en una moto y poogo, como leyenda, que está en el vehiculo familiar.


Voy a contar por qué digo esto. Mis padres, en sus primeros años de casados, vivian en Tánger y los Abuelos en Tetuán, y para poder ir a visitarlos, los fines de semana....

Seguirá......

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